viernes, 27 de febrero de 2009

LSG (Libros Sin Grasa)

Quien piensa que los grandes libros tienen que tener muchas páginas comete el mismo error del que cree que una napia de tamaño descomunal es más eficaz para oler. Los libros con muchas páginas son libros gordos, pero no necesariamente grandes, y la literatura está llena de ejemplos.
Hay mínimos libros geniales y grandes tochos infumables.
Repasemos rápidamente aquellos libros que podíamos llevar de excursión en la mochila sin hacer sufrir la espalda.

Para empezar, de amores vertiginosos, aunque algo perversos, El Diablo en el cuerpo, una absoluta obra maestra de ¡50 páginas! escrita en 1920, y que, hoy por hoy, constituye la asombrosa obra completa del francés Raymond Radiguet. Si lo que quieres, en cambio, es una partidita en la Play Station de la humanidad Tlön, Uqbar, Urbis Tertius del argentino Jorge Luis Borges reventará todas tus seguridades en este o en cualquier otro mundo sin pasar de la Primera Pantalla. Menudo vértigo, tú. Sin cambiar de continente, te ahorrarías una pasta gansa en libros de autoayuda leyendo los geniales cuentos del peruano Julio Ramón Ribeyro. Para muestra, dos botones, Los Gallinazos sin plumas y Sólo para fumadores, aunque lo que hagas con tus pulmones es cosa tuya.
Los grandes novelistas del XIX mejoraban también bastante en las distancias cortas, que se lo digan a Dostoyevsky, cuyos mínimos Apuntes del Subsuelo dicen mucho más que Los hermanos Karamázov (suegras, nueras y cuñados incluidos); o a Flaubert que escribe la hermosa historia de una chacha y su loro en Un Corazón Simple y te deja el corazón en un puño; o a Chéjov, que en las seis páginas de Las Grosellas resume la tragedia del hombre moderno. Y eso sin olvidar a Pérez Galdós y su espeluznante Torquemada en la Hoguera, una especie de Freddy Krüger en "Operación Triunfo". A los gordos novelones, y nunca mejor dicho, les crecieron los enanos.Por venirnos a lo más reciente, hay también un autor de narraciones breves que quita el hipo. Podía ser de Masachussets, pero resulta que el tío es de Huelva. Se llama Hipólito Navarro, y ve cosas extrañas a su alrededor. Su primer libro se llama El cielo está López, y el último El Pez Volador.
Finalmente, y cediendo a los numerosos fans de La Torre de Papel que nos lo han pedido mencionaremos las 7 palabras del cuento más corto del mundo: El dinosaurio, del uruguayo Augusto Monterroso. Se lee de un tirón, os lo aseguro. No vayáis a dejároslo por la mitad.

De todos estos libros se sale como de una Biblioteca: lo dicen todo y de la mejor manera posible. Son cómodos para el traslado y además contribuyen a evitar la tala indiscriminada de árboles.

POST SCRIPTUM: Ah, el galán de la foto es un mediquillo de provincias sin importancia. Se llama Antón Chéjov y sólo inventó el cuento moderno. Bah.

2 comentarios:

  1. Muy bueno tu comentario sobre ese cuento de Borges!Yo añadiría también EL ALEPH (toda una ventana al universo concentrado en un punto ,¿estaría Borges pensando en Internet?),EL INMORTAL (curioso homenaje a Homero ), cuentos de Lovecraft (de éste no me sé muchos títulos pero hay un montón en la biblioteca) y, por supuesto ,EL CORAZON DELATOR y EL BARRIL DE AMONTILLADO de Edgar Allan Poe (por decir alguno; me encanta Poe y como te hace sentir TERROR a través de las palabras!)

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  2. Tomo nota de lo que escribís

    Paqui

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