jueves, 30 de abril de 2009

Libros en la carretera




No recuerdo muy bien quién dijo (aunque tengo por costumbre endosarle a Oscar Wilde todas las citas dudosas) aquello de “todos los libros cuentan lo mismo: el paso de la adolescencia a la madurez”. Justo. O por decirlo de otro modo: el paso desde cuando sientes que nadie en el mundo te entiende, a cuando comprendes al fin que es al mundo al que no hay quien lo entienda. En realidad, todas las novelas buenas son así, “de aprendizaje” (los alemanes utilizan un palabro rarísimo “bildungsroman”: novelas de construcción o conocimiento). Pero dentro de estas, hay varios subgéneros: uno de los más interesantes son las novelas de carretera.
Las novelas “de carretera” (no confundir con “mapas de carreteras”) en realidad son libros que en el fondo no cuentan más que un viaje, solo que la persona que lo realiza al final acaba no pareciéndose ni a sí misma. La verdadera patria de las novelas de carretera ha sido sin duda EE UU, un país lleno de autopistas y de tipos perdidos. Supongo que tendrá algo que ver todo ese rollo del “far west”, de la conquista del oeste con tipos duros que se curten cruzando praderas infinitas mientras sobreviven a toda clase de peligros emboscados.

La más famosa novela de este estilo la escribió Jack Kerouac en un rollo de papel continuo largo en si mismo como una carretera, y así se llamaba, de hecho: En la carretera (traducida a veces como “en el camino”). Y le salieron mil imitadores queriendo contar ese viaje loco que cambia tu vida para siempre. Incluso Julio Cortázar escribió con mucho cachondeo una novela de “carretera”, Los autonautas de la cosmopista. Pero no nos engañemos, los dueños del género han sido siempre los yanquis (aunque la mejor novela “de carretera” americana, Lolita, la escribiera en realidad un ruso, Vladimir Nabokov). Títulos hay muchos: desde maravillas como Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta de Robert M. Pirsig (libro de cabecera de infinitos viajeros entregados a conocerse a si mismos viajando en trenes de tercera clase) hasta desfases como Miedo y asco en las vegas de Hunter S. Thompson (obra fundacional del periodismo gonzo, en que el cronista usa sobre si mismo las prácticas más delirantes) . No obstante, yo sentí siempre predilección por El guardián entre el centeno de J. D. Salinger, una increíble novela de carretera “a pie”, y por La conjura de los necios de John Kennedy Toole, en la que ni su gordo protagonista, ni su madre, ni el superintendente Mancuso ni Jones, el gracioso negro-andaluz, van en realidad a ningún sitio, pero no paran de dar vueltas en toda la novela.

Aunque si hemos de buscar los antecedentes de tan singular subgénero en realidad Don Quijote era ya una espléndida novela de carretera, o de... veredas, donde un chiflado con ideales y un campesino sin tierras se recorren los caminos de España hasta caerse muertos… de desilusión. Y, si así nos ponemos, es probable que la mejor novela de carretera de todos los tiempos no se desarrolle en la carretera sino en el mar: es La Odisea, de Homero, el más alto viaje al interior de uno mismo que vieron los siglos pasados y podrán ver los venideros.
P.D. El cuadro del principio, Rieles al atardecer, corresponde a otro ilustre explorador de nuestros interiores, el también norteamericano Edward Hopper.

jueves, 23 de abril de 2009

La propiedad del paraíso


Sí, es verdad: esto es un pequeño paso para un bibliotecario, pero un gran paso para un Instituto, que como todos sabéis no es sin más el sitio al que acudimos por las mañanas a pasar el rato sino un pequeño oasis, un paraíso en realidad estando el mundo como está, y la biblioteca, qué duda cabe, es uno de sus espacios más privilegiados. Como privilegiados somos todos por haber podido asistir al momento histórico de su inaguración. Aquí os dejo algunos de los mejores momentos del acto (como Yanina descubriendo la placa de Gusi en honor de Samara, su creadora, que hoy no pudo estar con nosotros). Muchas gracias a todos por haber contribuido a hacer realidad esa biblioteca que nos inculcará a todos el gusanillo de los libros, el más grande regalo que nos ha hecho la humanidad: poder comunicarnos sin espiritismo ni malos rollos con aquellos que están lejos en el espacio o en el tiempo. Tomorrow never dies.






martes, 21 de abril de 2009



Con esta bonita imagen y el hermoso poema de Pablo Neruda que le acompaña damos la bienvenida a todos los amantes de los libros, pues su día (nuestro día) es el 23 de Abril (y a ver quién es el guapo o la guapa que sabe por qué).

Ese día el instituto se inundará de palabras y de libros (ya lo veréis), pero el acto central de la celebración no será otro que la inaguración de la Biblioteca, de la que este blog es sólo su apéndice cibernético. En un discreto pero emotivo acto entregaremos los carnets de lector a los socios-fundadores, entregaremos los premios de los concursos y daremos por cerrada esta primera etapa fundacional de la biblioteca Alfaguara. A partir del viernes ¡la Biblioteca estará abierta para todos!

Ah, y poneros guapos y guapas, que viene la tele a vernos.

domingo, 19 de abril de 2009

Para subir nota



Ante la avalancha de solicitudes de continuidad para la sección "You´re the one", sin duda la más exitosa de este blog, el administrador del mismo (un servidor) ha decidido conceder al repetable una última oportunidad para probar la agilidad de las neuronas de los participantes. La que viene a continuación es el bis de las ecuaciones literarias, pero ya no es una ecuación, sino más bien una regla de tres o, me atrevería a decir, valga la inmodestia, la refutación definitiva de toso el concurso. Puede que por eso sea también la más fácil de todas las preguntas que hemos venido formulando. Con ella finaliza definitivamente el concurso, y por eso he querido haceros otro regalo: el incríble cuadro de Caspar David Fiedrich que acompaña este post, puesto que refleja a la perfección el estado de melancolía que producen todas las cosas maravillosas cuando terminan. Y ahora dejémonos de lírica y pasemos a la prosa. Como siempre hay que resolver todo el planteamiento:

¿Qué tienen en común el escritor español que aparece en las monedas de 50 céntimos de nuestro país, el autor alemán de la incríble novela fantástica La historia interminable, el protagonista ruso que da título a una célebre novela de Julio Verne, publicada en 1876, y el ganador del concurso "You´re the one" de este blog?

A jugaaaaar!!!

viernes, 17 de abril de 2009

The final countdown
















Pues sí, amigos, la cuenta atrás ha comenzado, y no sé si sabremos contener unas lagrimitas de emoción. Mientras tanto os dejo unas cuantas imágenes del afanoso trabajo en equipo, y de lo guapa que va quedando nuestra biblioteca.

miércoles, 15 de abril de 2009

El gusanillo de los libros



Tachán! Ahí lo tenéis, tan feliz con su libro, encima de esa roja manzana que puede simbolizar el mundo entero. Abajo queda el planeta con sus miserias y mezquindades y arriba él, como el loco de la colina al que cantaban los Beatles. Feliz, con su libro entre las manos, inagurando un mundo nuevo al empezar cada página. Por esto y por muchas cosas más nos gusta Gusi, pero es que, además, él ha ganado limpiamente el concurso de mascotas de la biblioteca. Su rival más cercano, Bibli, aún lo mira, con los ojos como platos, mientras lee tan tranquilo sobre la fruta del mundo. Así que será este el gusanillo de los libros que hará que piquemos una y otra vez en el vicio de leer, y presidirá la biblioteca que el día 23 de Abril vamos a inagurar.

Por tanto, Samara Pérez, de 1º B, resulta la ganadora sin discusión del concurso "El loro de Flaubert", pues suya es la genial creación de Gusi, nuestro particular gusanillo de los libros. Desde aquí la enhorabuena a la artista (la podéis felicitar todos aquí mismo), gracias a todos los participantes, y ánimo en el último concurso que aún nos queda por resolver: ¿quién será el primer carnet de lector de la Biblioteca del IES? Aún queda la Ecuación literaria nº 5 sin respuesta. Miguel y Maribel, en dura competencia, aún luchan por hacerse con tan goloso premio. ¿Quién ganará?

lunes, 13 de abril de 2009

Ecuación literaria (y 5). Literatura y familia



Que sí, que sí, que ya mismo nos vamos a ver como los de la foto, cargados de libros y tan contentos, bajando las escaleras de la torre de papel. Pero ajá já, aún no habéis llegado a lo más alto. Aún os queda el último peldaño para poder ver el panorama desde arriba del todo.

Una de literatura y familia (como siempre hay que resolver el planteamiento completo):

Dos años antes de que el director de cine alemán Josef Von Sternberg estrenara su obra maestra El Ángel azul nacía en Barcelona el mayor de una saga de importantes escritores españoles, el segundo de los cuales ha sido Premio Nacional de las Letras Españolas 2008. Además, se da la casualidad de que la película de Sternberg está basada en la novela de un escritor alemán perteneciente también a otra gran familia literaria, pues su hermano pequeño ganó el premio Nobel de Literatura en 1929.

¿De qué familias literarias estamos hablando?

lunes, 6 de abril de 2009

LSG II: A cuenta corriente


A mis alumnos de 1º Bilingüe, esforzados
investigadores del cuento.

Que el cuento es el hermano menor de la literatura es algo que todo el mundo da por hecho. Para algunos incluso es el hermano pobre: cinco o seis páginas son pura miseria si se puede escribir un tocho de mil. Es posible que hasta los mismos creadores del género estuvieran acomplejados. El primer libro de cuentos que se escribió fue casi seguro el Decamerón, que incluía cien para ser exactos, y el mismo Boccaccio se encargó de que pareciera una novela. Y lo mismo hicieron después, en España, el autor de Lazarillo de Tormes y hasta el mismísimo Cervantes, ya que a menudo el primer Don quijote parece una suma de cuentos geniales. Incluso el autor de Las mil y una noches se sintió un poco raro por haber utilizado un género tan mal visto y acabó utilizando el rollo ese de Scherezade para disimular lo que en verdad había escrito: un magnífico libros de cuentos.

No obstante, la mejor defensa del cuento la hizo mucho tiempo después Jorge Luis Borges al decir que si lo que quieres contar puedes decirlo en pocas páginas escribir muchas es ser un aburrido. Y él mismo lo demostró con dos libros de cuentos geniales: Ficciones y El aleph (que incluyen maravillas como "Tlön, Oqbar, urbis tertius", "la lotería en Babilonia" o "Funes el memorioso", historias geniales que no superan las diez páginas; y eso es ser grande). De hecho, es en el nuevo continente donde más ha sido cultivado el género, porque tienen poca historia y también poca verguenza (a utilizar géneros menores, digo). En español, además de Borges, están Julio Cortázar, Augusto Monterroso, Gabriel García Márquez, o Julio Ramón Ribeyro (en la imagen). En inglés, John Cheever, Flannery O´Connor o Philph K. Dick, autor de esa inquietante pieza titulada "Nosotros lo haremos por usted perfectamente".

Para dejarlo claro: algunas de las más grandes obras maestras de la literatura son cuentos, como "Bola de Sebo" o "Un día de campo" de Guy de Maupassant; "Las grosellas" o "una historia aburrida" del siempre increíble Anton Chéjov, o cualquier pieza corta de Kafka (como La metamorfosis), que te cambian la vida sin gastar más de media hora de tu tiempo.
Y en la actualidad, en España, los más arriesgados a practicar este género a contra-corriente, siguen dejando piezas maestras como Eloy Tizón en Velocidad de los jardines, o Hipólito G. Navarro en El cielo está López.

Ya se sabe que lo bueno si breve dos veces bueno, y que en las distancias cortas es donde un escritor se la juega; si puedes, cuenta: no eches de menos un destino más largo.